jueves, 5 de agosto de 2010

El Reino de Escocia.

Al Norte de Inglaterra, más allá de la muralla de Adriano, entre la mar Océana, el Mar del Norte y el de Irlanda, se halla Escocia. Es un país lluvioso y triste, de naturaleza inhóspita, con grandes extensiones de páramos y pantanos, y bosques que, aunque son menores que los del Sacro Imperio o Polonia, crecen tan densos que las tinieblas bajo las copas de sus árboles se mantienen perpetuamente, impidiendo que crezca nada sino musgo y escasos matojos. Pese a todo, la tierra tiene aquí una belleza salvaje que la hace admirable.


Al Sur del país se hallan las llamadas Galldach o Tierras Bajas, de llanuras recorridas por colinas. La parte Norte es conocida como Gaidhealtachd o Tierras Altas, un paisaje de constantes montañas abruptas y lagos insondables.

Las ciudades son pocas, principalmente Dùn Èideann o Edimburgo, la capital, y Glaschu o Glasgow, ciudad de mercaderes que cuenta con una Universidad. El Renacimiento no ha llegado verdaderamente a Escocia, y los viajeros que provengan de la Europa continental pueden hacerse con la opinión de que se hallan en un reino algo atrasado y medieval.

Los habitantes del país son melancólicos, conocidos por su valentía y sus modales poco refinados. Su idioma es el gaélico, que ellos llaman Gàidhlig, emparentado con la variante que se habla en Irlanda. No han sido pocas las guerras que les han enfrentado con Inglaterra, así que mantienen la llamada Antigua Alianza con Francia con el fin de colaborar contra ese enemigo común. Los de las Tierras Bajas suelen dedicarse a la agricultura, estando más acostumbrados al trato con extranjeros y siendo más probable que hablen alguno de sus idiomas, principalmente el Beurla (inglés) o el francés. Los de las Tierras Altas, por el contrario, prefieren la ganadería y el pastoreo, ya que sus tierras son difíciles de cultivar. Viven de manera algo aislada del mundo, mirando con suspicacia a los forasteros que se atreven a internarse en sus montañas. A estos, por su parte, les causa sorpresa descubrir que entre los varones de las Tierras Altas es común vestir falda. En realidad, el Féileadh Mòr es una especie de gran capa de lana que se echa sobre el hombro, se sujeta con un broche y se termina ajustando alrededor de la cintura. Suelen ser de colores lisos, como las que llevan algunos habitantes de las islas escocesas del Norte, y solo algunos aristócratas u otros hombres pudientes han comenzado recientemente a adornarlas con cuadros.

Antaño, el país estaba gobernado por una jerarquía de aristócratas incomprensible para los no escoceses. El Ard Ri (Alto Rey) reinaba sobre los Righ (reyes) de las Tierras Altas y Bajas, que a su vez tenían derechos feudales sobre los Mor Maer (grandes señores) que trataban de imponerse a los Morair (señores). La estructura de parte de la sociedad de las Tierras Altas en clanes de poder creciente en los últimos tiempos, gobernados cada uno por un Cean Cath (líder) y a menudo enfrentados entre sí añadía no poca complicación al asunto. Hoy, salvo por los clanes y sus problemáticos líderes, la estructura del poder en Escocia es más similar a la de otros reinos europeos, con un sólo Rey e incluso una orden de caballería, la Orden del Cardo, cuyo lema es Nemo me impune lacessit y que fue fundada en la segunda mitad del siglo XV.

Hasta 1513 gobierna Escocia el rey Jacobo IV, de la Casa de Estuardo, casado con Margarita Tudor, infanta de Inglaterra. Este Rey, que destronó a su padre por medio de una conspiración, traslada la corte a las Islas Hébridas, helado rincón del Norte en el que, acaso por su ascendencia materna danesa, se siente cómodo. Allí instala una corte a la que atrae a los mejores bardos y olahm (maestros) del idioma gaélico, instándoles a perfeccionarlo mediante el estudio y a cultivarlo mediante la poesía, e incluso el propio Jacobo hace algún esfuerzo en este último sentido. Tras atreverse a invadir Inglaterra, el Rey muere valerosamente al frente de su caballería en la Batalla de Flodden Field.

Le sucede su hijo, también llamado Jacobo, de tan solo un año. En origen su madre tiene la obligación de ejercer como regente, pero al volver a casarse al cabo de un año toma ese puesto el duque John de Estuardo, tío del muchacho. Las conspiraciones y golpes de poder endémicas entre la nobleza escocesa terminan, sin embargo, por llevar al poder a su padrastro el Conde de Angus, que encierra a Jacobo en una celda del castillo de Edimburgo. El príncipe no conseguirá salir de su encierro hasta que otra conspiración, ésta liderada por su madre, le restituya en el trono en 1528, a la edad de 16 años.

Jacobo V renovará la Antigua Alianza de su padre y de sus antepasados con Francia, casándose dos veces a lo largo de su vida y en ambas ocasiones con damas de ese reino, y no tolerará la irrupción en sus dominios de la Reforma Protestante. De hecho, desde el principio se asegurará de que los predicadores (mayormente de influencia calvinista) que intenten realizar conversiones en Escocia sean ejecutados en la hoguera. En cuanto a Inglaterra, cuando tras la muerte de su madre en 1541 desaparezca la presencia moderadora de aquella Tudor, no dudará en declarar la guerra, como ya hizo el anterior Jacobo. Sin embargo, la derrota volverá a caer sobre el bando escocés y el Rey, enfermo y frustrado, morirá al año siguiente.

Es difícil encontrar un país con más historias sobre duendes, fantasmas y brujas que Escocia. Cada clan se considera bajo los auspicios de las ánimas de sus antepasados, que supuestamente podrían aparecerse para advertirles de peligros o de la cercanía de la muerte de algún miembro. Y lo que es peor, en los páramos y sobre todo en las ruinas célticas o en las de fortalezas medievales destruidas en batalla se dice que moran espíritus diabólicos que, tomando las formas más horribles, pueden causar la ruina de los mortales o darles caza como fieras hasta que los matan. Afortunadamente, no son pocos los remedios (eso sí, poco cristianos) que los lugareños conocen para defenderse de estas fuerzas sobrenaturales.

3 Voces se alzan :

Lobo de piedra dijo...

Desde luego una región de lo mas interesante para jugar y como procedencia de personajes. Lo expones de forma concisa e interesante de tal manera que aunque tengo varios libros sobre celtas me ha inspirado y dado mas ideas tu entrada que estos. Como siempre un placer.

FrankenRol dijo...

Buen artículo, me ha sorprendido sobre todo la caótica organización aristocrática. El detalle de mencionar los nombres originales en gaélico también ha estado muy bien, le da mucho "color" al lugar, parece incluso más lejano y enigmático.

Si se aceptan peticiones, ¿qué tal un artículo sobre esos mitos, leyendas y criaturas que se mencionan en el último párrafo? Suenan de lo más interesante.

Un saludo.

Luis Miguez dijo...

Gracias por vuestros comentarios.

Y, por cierto, tengo una idea de "partida escocesa" en el tintero, que seguramente aparezca aquí como precisamente eso, una "semilla". A ver si saco un momento...