martes, 28 de agosto de 2012

El arte galénica (02).

Esta entrada continúa la entrada que encontraréis aquí.

La Cirugía y los cirujanos.

-Deberíais ir a ver al cirujano -le dijo el tabernero.
Henri-Maximilien le contestó que todos los cirujanos merecen llevar albardas.
Marguerite Yourcenar, "Opus Nigrum".

El cirujano "de carrera" ha tomado lecciones en la universidad o en alguna escuela médica, y se ha licenciado allí, que no doctorado. La práctica en la curación de enfermos y heridos hace el resto de su formación, y de ahí en adelante puede establecerse como profesional por cuenta propia o ser contratado en algún hospital, ya que los responsables de esas casas de enfermos suelen ser religiosos, que están por lo general dispuestos a cuidar y a ayudar a bien morir a sus dolientes con más voluntad que ciencia, aunque a veces alguno de ellos pueda tener ciertos conocimientos de cirugía. Tal vez, y con suerte, pueda nuestro cirujano establecerse en una casa rica, en la que un enfermo crónico pero adinerado necesite cuidados constantes…

En cualquier caso, muchos cirujanos (por no decir la mayoría) no tienen ese origen, sino que son de los llamados barberos cirujanos o incluso barberos sangradores. Se trata literalmente de barberos con licencia para realizar ciertas operaciones, cuyo oficio, que ha tratado cotidianamente y durante siglos con el cuerpo humano y con cuchillas les ha dado, por lo visto, cierta proximidad con la medicina práctica… No es raro que por su cuenta traten de instruirse mediante la lectura de los libros de anatomía y medicina que puedan caer en sus manos, y aprendiendo con otros cirujanos, pero lo cierto es que se inician en el oficio como mancebos en la misma barbería, siendo su única gran ventaja la práctica constante que han realizado.

Lo cierto es que ambos grupos suelen cruzarse acusaciones de intrusismo nada tolerantes, y hay a veces enfrentamientos legales, dada la naturaleza gremial de las profesiones. Por supuesto, los cirujanos no pueden asociarse al gremio de médicos (dado el menosprecio de los doctores por sus actividades "meramente accesorias"), y es raro que las autoridades entiendan por qué deben darles permiso para establecer un gremio propio, cuando ya hay uno de médicos y otro de barberos…

Una bolsa llena de potingues.
¿Qué porta el cirujano en la bolsa o pequeño cofre que le acompaña? Los útiles que no pueden faltar son sin duda la cuchilla, la sonda, las tenacillas, la lanceta para sangrías, vendas limpias y aguja e hilo. Además son indispensables ciertos ungüentos, que tienen por fin limpiar o ayudar a la cicatrización de las heridas.

La aguja y el hilo pueden ser de varios tipos, y el profesional avisado no carecerá de ellos. Por ejemplo, para suturas internas ha de utilizarse un hilo de intestino animal, cuya materia, una vez cumplida su función, es absorbida por el cuerpo, dada su naturaleza semejante. En cambio, ante heridas supurantes y tras secarse el pus mediante un ungüento para facilitar su eliminación, se usa para cerrar la llaga un hilo duro como el de zapatero, para que él mismo no se corrompa y caiga. Por supuesto, tanto las agujas como las cuchillas que se utilicen han de ser purificadas, y esto se hace calentándolas directamente en una llama, por lo que la bolsa profesional bien preparada podría incluir una lamparita de aceite o alcohol, a modo de hornillo.


En la apoteca.
En cuanto a los productos de botica que puedan acompañar al cirujano son de lo más variado según necesidades, desde pócimas, infusiones y tabletas de diversos efectos hasta pociones que se extienden sobre la piel como emplasto, pasando por errinas para enjuagar el interior de la nariz. No son raros tampoco los preparados en forma de poción o polvos que van metidos en un saquito de tela o cuero, que se aplica sobre una zona concreta del cuerpo, como los cucufos en forma de bolsa pinchada para colocar sobre la cabeza.

Todos estos específicos de botica tradicional están basados en la Herbolaria, mediante la selección, mezcla, infusión, y maceración de todo tipo de plantas de probadas propiedades, naturales del país o de origen exótico, que al mezclarse unas con otras causan los efectos deseados. Además se les añaden productos de virtudes apropiadas de origen animal (sean sangre, carne, órganos o pieles) o mineral (hallados en el cuerpo de los animales, como la bufonita del sapo, la alectoria del gallo o el bezoar de la cabra, o bien cristales o piedras comunes rallados o en polvo). Algunos materiales pueden ser más caros y difíciles de obtener, como perlas para disolver en vinagre y polvo de oro o de piedras preciosas, aunque bien es cierto que, según los clientes, el boticario puede hacer ciertos arreglos: Donde no puede encontrarse o pagarse el cuerno de unicornio se puede utilizar el de ciervo. Y por cierto, sí, unicornio, (que no debe confundirse con el rhinocerus o abada de las Indias Orientales, bien documentado en el famoso grabado de Durero) pues es posible encontrar ese producto en algunos mercados, por más que al verlo haya quien no deje de señalar con suspicacia que suponía ser aquel un animal imaginario…

Sangre, sudor y lágrimas.
Ya que, al contrario que el médico, no ha realizado el Juramento Hipocrático, el cirujano es completamente libre de operar en el cuerpo del paciente, cortando, pinchando y extrayendo cuanto sea menester. La sangría, por ejemplo, es realizada muy habitualmente y a todo tipo de enfermos. Consiste en la extracción controlada de sangre con el fin de descargar los malos humores del organismo, mediante una lanceta con la que se punza la vena pertinente, aunque según casos pueden utilizarse sanguijuelas vivas. Estas pequeñas vampirillas son trasportadas en un recipiente cerrado con agua y colocadas una a una sobre la zona oportuna del cuerpo del paciente, retirándolas cuando se hallan ya hinchadas de beber.
De modo cotidiano se realizan vaciados de abscesos, aplicaciones de purgas y lavativas, extracciones de cálculos de riñón o vejiga y operaciones de hernias. Los maestros cirujanos llegan a trepanar el cráneo de los vivos sin matarlos y a extraerles la piedra de la locura, que causa esa afección.
Por su parte, el barbero cirujano debería limitarse por su licencia a las sangrías, suturas de heridas, colocación de emplastos (o "sinapsismos") y eliminación de verrugas, además de los habituales afeitados, despiojamientos y cortes de pelo, pero muchas veces alguno de ellos se extralimita y bien por atrevimiento o bien por acuciante necesidad, llega a realizar operaciones de más calado.

La guerra también reclama a los cirujanos, siendo tal vez en la práctica de la medicina de campaña donde estos encaran sus mayores retos, dada la habitual falta de tiempo y de materiales y el constante enfrentamiento a heridas terribles. También es, por supuesto, donde los métodos quirúrgicos se vuelven más expeditivos. Las heridas abiertas se bañan con aceite hirviendo y a los muñones de miembros cortados se les aplican hierros al rojo vivo, en ambos casos para cauterizar in extremis los vasos sanguíneos y evitar la pérdida de sangre… Y ante cualquier herida gangrenada o purulenta en un miembro, o una fractura abierta en la que el hueso haya atravesado carne y piel, se recurre a la amputación sin dudarlo.

Es importante señalar que, en cualquiera de estas operaciones tanto civiles como militares, los medios para paliar el dolor son escasos, si es que hay alguno presente… Se considera una brutalidad dar a un doliente píldoras de opio, o láudano obtenido alquímicamente, pues es sabido que tales substancias son venenosas y administrárselas a alguien es como intentar asesinarle. Así pues, si es necesario, emborrachar con aguardiente al dañado puede ser la mejor opción, si bien es posible que sea el propio dolor lo que consiga que, piadosamente, se desmaye antes de que la operación llegue muy lejos…

Cirugía en términos de juego.
• Realizar Operaciones. Un personaje con la Habilidad de Cirugía puede realizar operaciones bajo prescripción médica a un doliente, con las que mitigar sus dolencias. Será necesario realizar una tirada exitosa con esa habilidad, siendo la Dificultad Variable entre la realización de una sangría o vendaje (Mediocre), una amputación o similar (Buena), y la extracción de la piedra de la locura (Excepcional).

• Primeros Auxilios. Un personaje con la Habilidad de Cirugía puede realizar una cura de primeros auxilios a un herido. Realizará una tirada de Cirugía, necesitando un resultado de Bueno o mejor. Si el propio cirujano u otro personaje que le esté auxiliando cuenta con la Habilidad Medicina, puede realizar una tirada de esa Habilidad con Dificultad Buena, rebajando la Dificultad de la tirada de Cirugía a Mediocre si tiene éxito.

El éxito en la tirada de Cirugía cura todas las heridas en un nivel (Herido a curado, Herido Grave a Herido, etc.). A un personaje sólo se le pueden aplicar una vez los primeros auxilios. Si es necesario proseguir la curación el cirujano debe esperar al día siguiente.

• Curación de Heridas. Un personaje con la Habilidad de Cirugía puede realizar un tratamiento de curas. Realizará una tirada de Cirugía para curar a un Herido o un Herido Grave, dos para curar a un Incapacitado y seis para curar a un moribundo, pudiendo realizar una tirada al día. Cada tirada de Cirugía necesitará un resultado de Bueno o mejor, aunque el personaje puede ayudarse de la Habilidad Medicina propia o de un colaborador para rebajar la Dificultad a Mediocre, como en el caso de los primeros auxilios.

El éxito en la tirada garantiza la curación del personaje, pero el tratamiento necesita cierto tiempo: Un Herido se recupera en un día, un Herido Grave en tres días, un Incapacitado en una semana y un Moribundo necesita al menos un mes para curarse del todo. Cada tirada fallada debe ser repetida en otro día, retrasando así en un día la recuperación del herido.

viernes, 10 de agosto de 2012

Demonología: El Doppelgänger.

De repente se alzó desde la profundidad un hombre desnudo hasta la cintura que me miró fijamente, de un modo espectral. Sus ojos, como su horrible risa, eran propios de un demente. El resplandor de la lámpara iluminó su rostro. Me reconocí a mí mismo y pensé que mis sentidos fallaban.
Ernst Theodor Amadeus Hoffmann, "Los Elixires del Diablo".

En las fechas señaladas para referir historias de terror, es raro no escuchar ciertas anécdotas que, suenan tan parecidas pese a sus variantes, que se dirían versiones de la misma leyenda, si no fuera porque el narrador suele jurar y perjurar que fue testigo directo del asunto. A veces se trata de la aparición de una persona conocida que se halla en realidad en otro lugar, que poco después de la visión, cae repentinamente enferma. Otras, de alguien que llega a su hogar o a su lugar de trabajo, para al cabo de poco desaparecer de golpe. Cuando algo después llega la misma persona, asegura no haber estado allí antes y muestra no saber de qué le hablan. Los testigos de esto suelen tomárselo como una advertencia ominosa sobre la fortuna de esa persona en particular, pues muchas veces le sobreviene en breve una enfermedad o accidente. Aún otros llegan más lejos, y aseguran que tal o cual paisano se encontró con una figura que era la suya propia enteramente… Y que el terror de este encuentro con uno mismo precede a una muerte inminente.

¿Quién es este doble? En las tierras del Norte le han llegado a poner nombre: En alemán, es el Doppelgänger, el "doble caminante", y los escandinavos lo llaman vardøger, palabra que describe la señal invisible de la pronta llegada de alguien.

¿Por qué augura desastres o enfermedades? ¿Y porqué su encuentro es fatal? Tal vez sea algún espíritu de sutilísima substancia capaz de tomar la forma de los demás, para aterrorizarlos y llevarlos a la ruina. El Diablo, a fin de cuentas, opera de muchas maneras buscando siempre la perdición del hombre… Si ese doble existe de verdad, podría ser que mientras uno vive una vida laboriosa e inocente, esa sombra capaz de caminar con pies mortales se dedique tal vez a la violencia y la degeneración. ¿En qué podría ampararse ese inocente, si se descubren unos crímenes que llevan su huella, pero que simplemente no recuerda haber cometido? ¿Quién no reconocerá en las temerosas negaciones de los (sin duda) propios actos, la mentira o directamente la locura? La justicia no podría admitir la superstición como válida, si esta fuera invocada, y haría caer su peso sobre el inocente. Tal vez le aguardara incluso el castigo divino. ¿Quién sabe?

-¿Quién eres?
-Soy el hombre que debía casarse con la muchacha que tú no habrías elegido, que debía tomar el otro camino en el bivio, beber del otro pozo. Al no elegir has impedido mi elección.
-¿Adónde vas?
-A una posada distinta de la que encontrarás tú.
-¿Dónde volveré a verte?
-Colgado de una horca distinta de aquella en la que te habrás colgado tú.
Italo Calvino, "La Taberna De Los Destinos Cruzados".

Hay quien tiene, no obstante, una visión distinta de todo esto. Precisamente en las lejanas tierras de Escandinavia, donde la Vieja Religión que se profesó ha caído en el total olvido y sólo es objeto del desapasionado estudio de algunos eruditos y curiosos, es el pueblo más humilde el que retiene alguno de sus conceptos, y uno es el de fylgja. Quiere esta palabra decir parte del alma que es capaz de desprenderse y vagar lejos de su dueño, de tal manera que uno no es conocedor de lo que vive esa parte de su propio espíritu. En aquellas tierras cuentan que ese doble se presentaba a veces, a la hora de la muerte cercana, en figura de un animal que fuese querido por la persona o comparable por sus pasiones a esta, lo cual no deja de ser apropiado en gentes muchas veces tan agrestes como su propio país. Tuviera o no forma humana, la fylgja era reconocida inmediatamente por quien la veía como su doble. A veces sucede que, en una casa en la que haya un moribundo, una sola ave (como un cuervo o un búho) se posa durante uno o dos días enteros en el tejado o en un árbol visible desde la ventana, y sólo tras producirse el fallecimiento echa a volar repentinamente para no ser vuelta a ver.

(La primera imagen es el fragmento central del cuadro de Dante Gabriel Rossetti, "How They Met Themselves".)