viernes, 21 de diciembre de 2012

El Tercero, santificarás las fiestas.


Dobladura de ternera.
Assar buena ternera, y desque sea más de medio assada sacarla del fuego, e del assador a cortarla a pedaços tamaños como de dos dedos, y aún mejores. Y después tomar una cebolla muy mondada e limpia, e cortarla muy menuda, e sofreyrla con buen caldo de carne que sea gruesso e desque sea sofreyda de buena manera tomar tocino entreverado y cortarlo allí como la ternera. Y después echar la ternera y el tocino en la caçuela de la cebolla, y sofreyrlo todo junto.
Y después de sofreydo poner en la caçuela gingibre canela y clavos todo muy bien molido, y darle tres o quatro vueltas. Y tomar después una poca de malvasía o vino de Sant Martín, y un poquito de vinagre, y echarlo en la caçuela.
Y después hazer leche de almendras sin pasarlas fino, sólo fregadas con un cañamazo bien áspero, y majarlas con un migajón de pan tostado mojado en vinagre, y desque la canela sea cerca de cozida echarle la lechede las almendras y dexarlo cozer hasta que esté bien espesso, y ponlo después por platos.
Muchos hay que le echan perexil e yerbabuena e mayorana en la caçuela, mas si no lo echares no va mucho en ello.
Ruperto de Nola, "Llibre de Coch", escrito antes de 1491, de la traducción al castellano editada como "Libro de Guisados" en 1529.


Ensalada.
Tómese perejil, salvia, ajos tiernos, cebolletas, lechuga, puerro, espinacas, borraja, menta, prímulas, violetas, cebollinos, hinojo y berro, ruda, romero, verdolaga, se enjuaga y se lava todo bien. Se quitan los tallos. Se corta en pedazos pequeños con las manos y se junta todo con aceite crudo, se mezcla con vinagre y sal y se sirve.
"The Forme of Cury", siglo XIV, recopilación debida a los jefes de cocina de Ricardo II de Inglaterra.


Guiso de anguilas.
Si la anguila es grande se hará taraçones, y se assarán y se majarán unos ajos, especias, sal y un migajón de pan. Y se desatará con agua, y se pondrá en una caçuela a cozer, y se echarán allí unos taraçones de la anguila, o todos los que uviere, echándoles azeyte y cozerán un poco, y no serán muy espessos. Y se llama ajo de anguila y, aunque sean pequeñas, se dan d’esta manera.
Domingo Hernández De Maceras, "Libro Del Arte De Cozina", 1607.


Melocotones al comino.
Se pelan y deshuesan unos melocotones que estén algo verdes, se cortan en pedazos, se cuecen, se ponen en un plato llano, se rocían con aceite y se sirven con salsa de comino.
"De Re Coquinaria", atribuido a Apicio, recopilado en el siglo IV.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Praga (02).


Bohemia, país de ríos profundos y bosques impenetrables, está habitado por gentes eslavas y germánicas, siendo más frecuente escuchar el idioma de los primeros que el de los segundos. En el siglo pasado, la herejía husita recorrió esta tierra y las vecinas, pero ya nadie vive para recordar aquellas violentas agitaciones tras las cuales el reino terminó en manos de los Reyes de Hungría, únicos monarcas que forman parte del círculo de los Electores del Sacro Imperio, quienes la han gobernado desde entonces esforzándose por mantenerla en paz.

El Castillo de Praga.

Crucé un destartalado puente levadizo, me apeé en un patio oscuro, palafreneros silenciosos se hicieron cargo de mi caballo. Me faltaba el aliento, las piernas apenas me sostenían: Desde mi entrada en el bosque tales habían sido las pruebas, los encuentros, las apariciones, los duelos, que no conseguía restablecer el orden ni en mis movimientos ni en mis ideas.
Italo Calvino, "El Castillo De Los Destinos Cruzados".

El asiento del poder en Bohemia se halla en la ciudad de Praga, fundada en su día por los bárbaros de los Rápidos del río Moldava, bajo el mandato de Libussa hija de Krok, hechicera y hermana de hechiceras. Con el transcurrir de los siglos, la población se volvió laberíntica, llena de recovecos secretos, oscurecidos por la sombra de torreones y agujas góticas que señalan al cielo sobre las calles (y que le han ganado el apodo de stověžatá, "la de cien torres")... Una urbe recorrida habitualmente por visitantes de paso de todos los orígenes y repleta de habladurías y leyendas, por todo ello siempre rodeada de un hálito de misterio.


Es sin duda su lugar más notorio el inmenso Castillo que se alza dominando toda la ciudad. Se hallan allí las estancias reales, bajo las cuales, en una cámara cerrada con siete llaves diferentes, se guardan las joyas de la corona de Bohemia: La magnificente corona de oro en forma de flores de lis entrelazadas (de la que se dice contiene en su interior una espina de la corona de Cristo y que provoca la muerte en menos de un año a quien se la halla puesto ilegítimamente), la Cruz de los Karlstein (que contiene a su vez un fragmento de la Vera Cruz) y la Espada de San Wenceslao.

Las grandes murallas del castillo dan cobijo a capillas, cuarteles y espléndidas caballerizas, pero también a casas y calles enteras en las que se hospedan personas cercanas a palacio, sea por su posición o por la necesidad que hay de su trabajo. Artesanos especializados, edecanes, mayordomos y sus familias hallan aquí acomodo, así como todo un convento de monjas, el de San Jorge, con su edificio de torres paralelas. Incluso el edificio que corona el pétreo conjunto es de hecho la torre principal de la catedral de la ciudad, situada también entre sus muros. Este magnífico edificio gótico, construido y remodelado durante siglos sobre la vieja basílica de San Vito y bajo cuyo suelo se hallan enterrados buen número de reyes, aún se halla inconcluso, con sus obras paradas desde hace algo más de un siglo. En cualquier caso esto no parece inquietar a nadie, hasta el punto de que se ha instalado allí la sede del arzobispado y se imparten los sacramentos con regularidad.


Alrededor de la gran fortaleza y descendiendo por la loma hacia el río se halla el barrio de Malá Strana (o Ciudad Pequeña), cruzado en línea casi recta por el Camino Real. Tienen aquí sus palacetes las familias aristocráticas bohemias, rodeadas por las casas de los maestros de todos los gremios de la ciudad, así como las de otros muchos burgueses y comerciantes enriquecidos. Pero no todos los habitantes del barrio noble son praguenses: Algunos grandes de otros lugares del Sacro Imperio y más allá actúan aquí como embajadores permanentes, afincados muchas veces con sus familias, y gran número de artesanos alemanes mantienen cerca de tan egregios vecinos sus talleres de espadería, herrería y cristalería. En torno a la calle Vlašska se han instalado, de igual modo, tiendas, comercios y casas italianas.

Entre oscuras callejuelas.
La Calle Real se dirige al ciclópeo Kamenný Most, el Puente de Piedra, ordenado construir hace siglos con arenisca (y según la leyenda, con miles de huevos para la argamasa) por el emperador Carlos IV, sobre las ruinas de uno anterior que fue desplomado por las aguas del Moldava. Esto no es raro, pues es río de impetuosas corrientes, y muy recientemente el Puente ha debido pasar por arreglos urgentes. Para cruzarlo se debe pedir primero paso franco a los guardias de las dos torres de vigilancia que rodean su cabeza, y al llegar a la margen derecha sortear otra torre más. En ésta se cobra peaje (para que contribuyan a las obras y mantenimiento, según aclaran las autoridades) a los que se dirigen a Malá Strana y al Castillo, muchos de los cuales son comerciantes que recorren el camino cotidianamente...

Ya en la orilla derecha del Moldava se extiende la "ciudad común", la Staré Město o Ciudad Vieja. A una humilde placita, en la que se suelen formar ruidosos atascos cuando más de dos o tres carros intentan acceder a la vez al puente, dan las fachadas de la pequeña iglesia gótica del Santísimo Salvador y del hospital de la Orden de la Cruz y la Estrella Roja. El Camino Real empieza aquí a serpentear, dejándose llevar por los recovecos del terreno, permitiendo vislumbrar las retorcidas calles secundarias que se cruzan y entrecruzan desde ella, y en las que se mecen, a la sombra de los propios edificios de dos o tres pisos, carteles colgados de cadenas que anuncian con sus dibujos la presencia de zapateros remendones, tabernas y un número inusual (y creciente) de talleres de imprenta. Otros comercios, por el contrario, no están señalizados: Parecen antros de reunión de buhoneros y vendedoras ambulantes con aspecto de alcahuetas, y aparte de baratijas o ropa de segunda mano no aparenta venderse nada más en ellos. Sin duda, sus moradores viven de realizar amuletos y filtros brujescos, o de consultas adivinatorias en las que se utilizan luces y espejos, se hacen tiradas de cartas y se consultan las entrañas de animalillos tras su previo sacrificio a algún poder oscuro...

Lugares respetables...
Si se continúa por el Camino Real se llega, tarde o temprano, a la plaza triangular conocida como Male Náměstí, en cuyo centro puede verse uno de los más concurridos pozos de agua de la ciudad. Sobre los umbrales de las casas medievales que la delimitan, algunas verdaderamente ennegrecidas y maltratadas por el tiempo, aparecen labradas según costumbre praguense figuras variadas de objetos y animales que permitan guiarse a los viajeros y visitantes. Así, para orientarse sólo es menester buscar la casa del Caballo Negro, de la Corona de Oro, del Águila de Dos Cabezas o de los Soles, y hasta el niño más pequeño sabrá encontrar (o indicar) aquel motivo. Se hallan en esta plaza al menos dos boticas, una renombrada bodega y la primera cristalería fundada en Praga, regentada por italianos.

No es sin embargo esta plaza la más importante de la ciudad, ni mucho menos. Dirigiéndose aún más hacia la salida de la ciudad se encuentra la Plaza Mayor, presidida por la iglesia de Nuestra Señora María de Tyn, que fue la catedral local antes de que lo fuera la de San Vito. Diríase de este templo, similar él mismo a un castillo con sendas torres acabadas en múltiples agujas, que reta al recién llegado a descubrir sus secretos. Por lo pronto es fácil encontrar entre las torres, de un vistazo a su fachada principal, la estatua dorada del rey husita Jorge de Podjebrád sosteniendo un cáliz en recuerdo de las misas y ceremonias heréticas que allí se celebraron y que las autoridades, por algún motivo, no se deciden a retirar... Incluso el nombre de "Tyn" que lleva la iglesia es de origen controvertible, pues no es el nombre de barrio ni población alguna. Antes al contrario, parece provenir de la expresión otýn ný, que significa "acorralado" o "encerrado"...

Se halla el templo enfrentado a otra masa monumental: El edificio del ayuntamiento (o staroměstská radnice, ya que los bohemios se refieren a sus alcaldes con la palabra eslava starosta, "anciano"), de alta torre y tejados góticos tan afilados como los de los edificios que le rodean, dándole un principal aspecto de iglesia... Lo cual no es raro, pues cuenta con su propia capilla en el primer piso. Parece apoyarse el pétreo ayuntamiento en varias casas circundantes, habitadas por las familias de algunas dignidades urbanas, que pese a su notable altura de unos cuatro pisos no resultan tan impresionantes como otra vivienda situada junto a la iglesia, llamada la Casa de la Campana de Piedra, que perteneció a los Reyes de Bohemia antes de la fundación del nuevo puente sobre el Moldava y del barrio del Castillo.

De vinos, por ser francos, no tengo ninguno que pueda impresionaros. Más si se trata de cerveza, jo, jo, hoy mismo me han traído derechamente de Swidnica una admirable cerveza de barril, de primera, sacada de una bodega fría y honda.
Andrzej Sapkowski, "Narrenturm".

El viajero afortunado y que no carezca de alguna krone de buen metal en la bolsa tal vez halle en las cercanías de la plaza (o en ella misma) una posada en la que variar la dieta habitual, como unas utopenci (salchichas de cerdo encurtidas), tlačenka de mondongo de cerdo en su gelatina y avinagrado, queso frito con cerveza o alguna pieza de caza furtiva, que entre los campesinos de la región es habitual... Todo ello acompañado de lombarda, sauerkraut y knedlíky ("croquetas" de pan, a veces con nabo) y de un postre de queso fresco con bayas silvestres. Es popular el jitrnice o morcilla de grano y asaduras, morro y oreja de cerdo, que se come cocido. El pescado, de río siempre, es por estos lares considerado manjar de Navidad y, por tanto, poco habitual en la mesa en otras fechas. Y en cuanto a la bebida, gusta en Praga la cerveza de color pardo profundo y consistencia densa.

El Reloj Astronómico.
Es en la fachada Sur del mismísimo edificio del ayuntamiento donde Praga tiene uno de sus mayores tesoros: El gran reloj astronómico construido en 1410 por el profesor Hanuš Šindel, de la universidad Carolina, y el maestro relojero Mikuláš de Kadaň. Esta maravilla de la ingeniería y la magia natural está diseñada tanto para realizar mediciones astrológicas como para indicar la hora en su esfera dividida en dos mitades numeradas cada una del I al XII, o en su en su extravagante esfera negra exterior, marcada del 1 al 24, que comienza a contar sus propias horas a la inversa, con el caer el sol, siguiendo en teoría una costumbre ya en desuso de los ancestrales eslavos del Moldava...

Sin embargo, tan maravillosa obra ha permanecido silenciosa e inmóvil durante la mayor parte de su historia., no porque el mecanismo no sea fiable o porque nadie sepa efectuar su mantenimiento (si bien sería obra de auténticos especialistas) sino porque, que se sepa, el reloj está maldito.

Antes de que hubiera pasado un año desde su finalización y puesta en marcha, el maestro Hanuš detectó varios fallos en su trabajo, o más bien carencias, prolijidades a mejorar. Se encerró en su estudio de la universidad y se dedicó a los planos de un segundo reloj, que avanzara en todas las direcciones que ya marcaba el primero. El estarosta y algunos principales de la ciudad, quienes habían sufragado los gastos del útil monumento, reuniéronse una noche para discutir qué hacer respecto al nuevo reloj, pues no tendrían dinero suficiente para costeárselo. Decidieron que no llegaría a construirse, con tal de no quedar ellos en vergüenza y de que la nueva obra se ofreciera a otra ciudad, ensombreciendo el brillo de la suya propia. Dos asesinos armados de puñales llegaron antes de que saliera el Sol al estudio del maestro Hanuš, sacándole los ojos para que jamás pudiera terminar su nueva obra, mientras un tercero trepaba las escaleras de la torre del ayuntamiento para dar muerte al relojero Mikuláš. Antes de morir, éste introdujo sus brazos entre los mecanismos, perdiéndolos mientras arrancaba ruedas y palancas, quedando inerte todo el ingenio.

Mucho costó traer un relojero capaz de realizar las reparaciones necesarias, pero se consiguió. Pese a ello, la máquina volvió a pararse al poco. Cada vez que se repetía el esfuerzo por ponerla otra vez en marcha, a la noche siguiente el reloj ya no se movía, y aparecían misteriosamente rotas ruedas dentadas, o se echaban a faltar muelles o palancas enteras.

Desde la gran reparación por la que pasó en 1490, el reloj ha vuelto a andar, pero algunos villanos murmuran que se parará de nuevo, cuando el fantasma del maestro Hanuš reaparezca en la torre, como siempre ha hecho, para vengar en el fruto de sus desvelos la ultrajante traición que padecieron el relojero y él.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Yelmos maravillosos.

Las armaduras suelen ser, siempre, unas piezas de por sí caras, y en las que lo práctico predomina necesariamente sobre lo estético. Precisamente por ello aquellas armaduras embellecidas tal vez con un grabado a buril, con varios metales de distintos tonos de color, o con unos rebordes forjados en forma de soga, distinguen generalmente a las guardias de élite o a los oficiales de la tropa, por habérseles añadido un valor refinado que, sin duda, ha debido ser cuantiosamente pagado...

De una coraza atribuida al artesano Kolman Helmschmied, 1510-1520.

De una reconstrucción moderna, de la Armory Marek.

Una borgoñota con celada de estilo gótico, de la empresa moderna Armstreet, con ventanas para el aire en forma de corazón.

Los guerreros armados con piezas como estas serán, al entrar su unidad en formación, puestos en las primeras líneas. Esto desmoraliza hasta cierto punto al enemigo, que se ve atacado por un ejército de aspecto glorioso y vencedor...

Eso sí, cuando se llega más lejos en sofisticación fabricando un arma o una armadura, cuando se le añade oro o piedras preciosas a su composición o cuando sus formas fantásticas anteponen lo estético a lo práctico, estamos sin duda ante un arma de parada: Un objeto de lujo, un tesoro familiar, una vestimenta celebrativa de la herencia caballeresca del personaje que la porta, pero sin duda alguna no realizada para luchar con ella, sino para portarla en paradas, triunfos y desfiles. Se encargaban a famosos artesanos que formaban parte de verdaderas sagas, como los Negroli, los Helmschmied o los Seusenhofer.


Barbota veneciana.

Yelmo de parada morisco, de finales del siglo XV.


Yelmo de la Armadura de la Guarnición de las Máscaras,
del emperador Carlos, por Filippo Negroli, 1539.


Yelmo de la armadura de parada de Enrique, Delfín de Francia,
por Filippo Negroli, 1540.

Yelmo con rostro bigotudo, por Kolman Helmschmied, 1515.


Yelmo cornudo, regalo del emperador
Maximiliano a Enrique VIII de Inglaterra,
obra del artesano austriaco
Konrad Seusenhofer, 1514.

Yelmo con cabeza de gallo,
Augsburgo, 1530.








Yelmo con forma de cabeza de grifo, italiano, 1550.


Celada del emperador Carlos, obra de Desiderius Helmschmied, 1540.


Yelmo de estilo "clásico"
obra de Desiderius
Helmschmied, 1547.


Yelmo también "clásico" del príncipe de Austria Fernando de Habsburgo-Jaguellón, obra de Filippo Negroli, 1550.


El yelmo de la fabulosa Armadura del Dragón, realizada por
Filippo Negroli para Guidobaldo Della Rovere en 1532,
con la cual el orgulloso aristócrata se hizo retratar.

Un yelmo como estos (o, simplemente, uno de ellos) podría aparecer en una historia de Feldkirch como parte de un tesoro a recuperar o como una herencia a reivindicar... Sobre todo si se tienen más partes de una armadura a la que pertenezca. En términos de juego, tendrían el Factor de Resistencia de una armadura normal, pero sus joyas, lacas y metales nobles se romperían y perderían durante un combate, con lo que nadie en su sano juicio las usaría para tal cosa.

Por otra parte, algunos de los ejemplos menos lujosos y más "recios" (como el gallo o el grifo antes vistos) podrían formar parte de una armadura "más normal" perteneciente a un PJ, o a un PNJ memorable, siempre y cuando la partida no se convierta en un desfile de armaduras raras, manteniendo así la potencialidad de sorpresa y maravilla que un elemento extravagante puede tener en una narración de "baja fantasía". Pensemos simplemente en el yelmo que luce el personaje Sandor Clegane "El Perro" (Rory McCann) en la serie "Juego de Tronos" de HBO. Seguro que ahora no nos parece algo tan fantasioso...

lunes, 12 de noviembre de 2012

Demonología: El Judío Errante.

Amen dico vobis sunt quidam de hic stantibus qui non gustabunt mortem donec videant Filium hominis venientem in regno suo.
Mateo, 16,28.

Cuenta una leyenda que, estando nuestro Señor camino del Calvario, martirizado por el peso de su cruz y azotado por quienes le llevaban cautivo, trató de descansar unos momentos en el peldaño de un zaguán, siendo arrojado de allí por un judío despiadado que le dirigió acerbas palabras. Contestóle nuestro Señor que Él se marchaba, pero que él no se marcharía hasta su vuelta. De tal modo, que el judío no envejeció ni murió después de aquello, y vaga aún por el mundo, encontrando necesario el descanso de la muerte tras su larguísima vida sin haber posibilidad de hallarlo, lamentando para siempre su acritud para con el Cristo.

El primero en poner en papel esta historia fue un monje cronista inglés allá por el siglo XIII, que copió la historia tal como la relató a sus anfitriones un arzobispo armenio que se hallaba de visita en aquel país norteño, y que decía haberse entrevistado con el mismo Judío Errante. Desde entonces alguien, cada cierto tiempo, anuncia haberle encontrado en cierto lugar incluso indicando haber hablado con él, pero lo cierto es que el misterioso personaje, si es que es el mismo, desaparece siempre antes de que se puedan realizar precisas averiguaciones. Se dice que es un hombre de luengas barbas y cabellos recogidos con una cinta de tela que le recorre la frente, y que viste con la sencillez y aún pobreza de un humilde peregrino. Es conocido por varios nombres, como Cartaphilo, Ahasvero, Ausero, Avadoro, Samar o Juan-de-espera-en-Dios. Se dice que era el portero de la casa de Pilatos, o que era un zapatero a las puertas de cuyo local se quiso sentar el Señor, e incluso hay quien dice que es el mismo José de Arimatea, que trató tras la crucifixión de reparar, en parte, su error…

Lo único cierto acerca del Judío Errante es que no puede morir ni pasar más de dos semanas en el mismo lugar. Condenado a errar hasta los tiempos de la Parousía, huye perpetuamente de la pobreza, del hambre y del cansancio sin llegar a escapar nunca de ellos. Malvive de mil trabajos o recurriendo a otros mil trucos. Se sabe que ha realizado curaciones y exorcismos, sobre todo estos últimos, sin pretender obtener nada a cambio salvo el profundo arrepentimiento o conversión al cristianismo de quienes hayan sido objeto de su ayuda.


No suele revelar su identidad, ya que es raro que no cause cierto desasosiego o sospecha en sus semejantes, y teme que le hagan daño. Y aún entonces no podrá hallar la muerte pues, como sabe por experiencia, cualquier golpe o puñalada le hará sentir su dolor pero no dejará marca en su cuerpo ni acabará con su vida (en cualquier caso, ni posee armas con que defenderse ni sabría manejarlas). Incluso las fieras salvajes le evitan, como si hubieran asco de comérselo o como si vieran en él otra fiera aún peor. Si por ventura delante de alguien se toca o rasca en la cinta que le recoge el pelo, ése no podrá reprimir un escalofrío o una horripilación. Y si se la retirara mostraría en su frente una pequeña cruz de fuego ardiente, haciendo padecer un turbulento e incapacitante terror a quien la viera: Como ocurrió con Caín, el Judío Errante está marcado por Dios, a la vez guardándolo de ninguna ira que no sea la Suya y señalándolo como condenado.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Demonología: Las Pesadillas.

(…) El mariscal de Sajonia, al traspasar una aldea, acostóse en una cabaña infestada de aparecidos que ahogaban a los viajeros: Se citan de ello numerosos ejemplos. Mandó, pues, a su criado que velase una mitad de la noche, diciendo que le cedería su cama para dormir la otra mitad y velaría él a su vez. A las dos de la mañana, nada había aún aparecido cuando el criado, sintiéndose con los ojos pesados, fue a despertar a su dueño, que no respondió, y creyéndole aletargado por el sueño le sacudió, una y otra vez, inútilmente. Asustado, levanta la luz, toma las sábanas y ve al mariscal bañado en sangre. Una araña horrorosa le chupaba el pecho izquierdo. Cae el criado de rodillas, reza un padrenuestro y ve que la araña disminuye de tamaño progresivamente hasta quedar normal, aunque hinchada y furiosa. Corre entonces, toma unas tenazas para combatir con este enemigo de nueva clase, coge la araña y la arroja al fuego, produciéndose un humo pestilente y grandes y cavernosos gritos. Hasta después de un largo adormecimiento no pudo recobrar sus sentidos el mariscal, y desde entonces no se volvió a hablar de aparecidos en aquel lugar.
Joan Perucho, "Las Arañas".

¿Quién no ha soñado alguna vez con algo espantoso, y despertando luego, ha dado gracias al Cielo al comprobar que nada había sucedido realmente? ¿Sin embargo, habría algo más terrorífico que constatar que aquel espanto vivido en sueños no es sino realidad?

Nadie sabe de donde vienen los sueños, y aunque se entiende por lo general que sólo forman parte de la fantasía del durmiente, muchos aceptan que pueden ser influidos por fuerzas externas, pues en las mismas Escrituras vemos como el Señor envía mensajes a sus elegidos a través de ellos. En cualquier caso, está muy extendida la opinión de que los peores y más atroces de los sueños sólo pueden ser causados por influencias diabólicas. Los alemanes llaman Alptraum a esas pesadillas, lo que quiere decir "sueño de elfo" por entender que los causan esas criaturas, y los italianos se refieren a ellas directamente como incubi, el nombre de unos diablos que, según la demonología, no es raro que intenten acceder al trato carnal con los seres humanos, en concreto mientras estos duermen. La propia palabra "pesadilla" se refiere al peso muerto que siente encima quien la padece durante el sueño.

Sea cual sea la naturaleza exacta de los seres que causan las pesadillas, a los que aluden con el nombre genérico de ephialtes algunos demonólogos, se dice que moran en refugios malsanos, de aires cargados de miasmas, como en el corazón de un bosque, un sótano abandonado o un pantano, en los que quedarse dormido puede resultar fatal. Las habladurías populares, no obstante, indican esos lugares como malditos, con lo que pocos son los que cometen la imprudencia de pernoctar en ellos. Sin embargo, se sabe que los ephialtes también abandonan algunas noches sus infernales madrigueras y parten en pos de víctimas humanas. Forma parte de la leyenda alemana que los elfos viajen en un caballo diabólico llamado Nachtmahr, nombre que recibe también el corcel del Caballero Voland, pero seguramente se trate de un añadido fabuloso. Por lo general, se les achacan desapariciones de caballos, que aparecen a la mañana siguiente reventados, muertos por el agotamiento. Se puede oír en las poblaciones cercanas a los caminos por donde pasan el trotar del caballo y los espantosos, inhumanos alaridos del diablo de forma vagamente humana que lo monta, aferrándose a sus crines y enredándose entre ellas. En el antiguo reino de Aragón se llama cerdet o follet a la criatura que protagoniza estas cabalgatas nocturnas, y sotré en tierra de Francia.

No dejéis que la pesadilla, rondando
Cerca de mi lecho, el sosiego del sueño destruya.
Matthew Gregory Lewis, "El Monje".

Cuando encuentra a alguien dormido a la intemperie o en el lecho de una casa en la que pueda penetrar, se sienta sobre su pecho y, poniéndose cómodo, comienza a robarle las fuerzas, quitándole el aire de su aliento o incluso causándole una pequeña mordedura por la que beber de su sangre. En el dormido aparece un sentimiento insoportable de terror, todas sus angustias se reúnen en sus sueños y el más ominoso abatimiento se apodera de él, mientras nota un enorme peso sobre su pecho que le ahoga y le impide escapar, haciéndole temblar como un azogado y, por lo general, manteniéndole incapaz de despertar. Y peor sería si pudiera abrir los ojos, pues sólo conseguiría seguir soñando despierto, mientras observa al maléfico ephialtes tomar una figura espantable, a veces la de una gigantesca mano muerta, otras la de una araña enorme y alucinante, que se alimenta de su vigor sin permitirle moverse ni recuperar su voluntad hasta que se sacie. Es raro, eso sí, que la criatura llegue a matar a su víctima de una vez, aunque bien puede suceder si cobra afición por la misma, y vuelve durante varias noches consecutivas, hasta acabar completamente con su vida…

Por supuesto, es imposible que caigan estos ataques diabólicos sobre alguien que esté durmiendo en un lugar sagrado, o sobre quien obren las oportunas protecciones místicas.

(Ilustran esta entrada "Spirit of the Night" del artista Cliff Nielsen y un fragmento de la versión de 1791 de "La Pesadilla" de Johann Heinrich Füssli.)

miércoles, 17 de octubre de 2012

Sobre los hebreos.

Era este judío rencoroso y vengativo, como todos los de su raza, pero más que ninguno, engañador e hipócrita. (…) Inútilmente los muchachos, para desesperarle, tiraban piedras a su tugurio, en vano los pajecillos, y hasta los hombres de armas del próximo palacio, pretendían aburrirle con los nombres más injuriosos, o las viejas devotas de la feligresía se santiguaban al pasar por el dintel de su puerta como si viesen al mismo Lucifer en persona. Daniel sonreía eternamente, con una sonrisa extraña e indescriptible.
Gustavo Adolfo Bécquer, "La Rosa de Pasión".

El idioma que los judíos usan en sus ritos sagrados es el que, dicen, usó Dios para crear el mismo mundo mediante Su Verbo, así que sabios de todas las naciones buscan aprenderlo y conocer a los maestros de la Cábala que puedan descifrarles sus secretos. Muchos hijos de Israel se dedican a ingeniosos oficios, sea como artesanos, orfebres, joyeros, administradores y contables, y los que se eligen el comercio suelen conocer los astutos medios para alcanzar el éxito. Los patriarcas de los que dicen descender son también los de la religión cristiana y la musulmana. Y, pese a todo esto, o tal vez por su causa, no hay pueblo más odiado, vilipendiado y atacado que el pueblo hebreo.

Considerados acérrimos enemigos de la fe cristiana, ya que habiendo nacido el Mesías entre ellos lo rechazaron, son acusados habitualmente de ejercer la hechicería, de llevar negocios fraudulentos y de causar, a veces, malignos daños a sus vecinos cristianos, sea envenenando sus aguas, perjudicando las cosechas mediante magia, ensuciando la pila bautismal de las iglesias, o de otras mil maneras. Más aún, existen casos, mil veces asegurados como ciertos, de niños muertos en una fatídica noche de Pascua por algún grupo de judíos, remedando la muerte que sus propios ancestros dieron a nuestro Señor, crucificándoles y dándoles martirio en lugares apartados. Baste mencionar al Santo Niño de la Guardia, así muerto en 1491, a quien posteriormente se le extrajo el corazón para que sirviera como sacrificio en un rito brujesco, y cuya historia es habitualmente mencionada con terror (y con veneración por el martirizado inocente). Se asegura que los hebreos no comen la sangre de los animales que sacrifican, pero algunos tienen aparentemente predilección por la de origen humano. No hay niño que se deje sin vigilancia habiendo judíos presentes, pues se teme que puedan robarlo, torturarlo y beber su sangre. En un juicio de 1494 por esta causa en Tyrnau, ciudad del reino de Hungría, en el que fueron torturados incluso mujeres y niños, admitieron algunos de ellos bajo el potro y el hierro que ciertos hombres de su comunidad estaban menstruando, cual mujeres, y que en el beber sangre cristiana descubrieron un terrible remedio a su dolencia (que no era sino, indudablemente, un castigo del Cielo). En Bösing, villa también húngara, son quemados en la hoguera el año de 1529 unos treinta judíos, por similar acusación.

Celebrábase tranquilamente por los cristianos la Navidad de 1468 cuando vino a turbar su quietud la irritante nueva de que los judíos de la Aljama de Sepúlveda, aconsejados por su rabino, Salomón Picho, habíanse apoderado de un niño cristiano, y llevándole a un muy secreto lugar, cometido en él todo linaje de injurias y violencias. Al fin, poniéndole en una cruz, habíanle dado muerte, a semejanza de la que al Salvador impusieron sus antepasados.
Diego de Colmenares, "Historia de Segovia", 1637.

No todo el mundo tiene por ciertas estas historias, o al menos no todas, por habituales que sean, pero, en cualquier caso, siguen despreciando a los judíos por lo que son. Qué realicen prácticas de una religión que niega a Cristo y que además las lleven a cabo con reserva y aún secretismo exaspera a sus vecinos y a algunas autoridades. Aunque la mayoría son pobres, algunos han alcanzado la prosperidad en sus negocios, procurando mostrarse respetables y no ostentar grandes lujos, sin que ello les salve de envidias y murmuraciones, mientras se les acusa de avarientos.

Así pues, han sido expulsados recientemente de las Españas y luego de Portugal. Para evitarlo, muchos se han convertido forzosamente al cristianismo, aunque entre ellos los hay que han procurado mantener, en secreto, los ritos de su anterior fe. Esto es objeto de constantes acusaciones y del estrecho acoso de la Inquisición sobre los conversos buscando lo que llaman "judaizantes" (o directamente "marranos") entre ellos. Quienes demuestran ser inocentes de estos cargos pueden incluso llegar a prosperar en alguna administración, convirtiéndose en secretarios, consejeros, recaudadores de impuestos o jueces… O al menos será así hasta 1547, cuando se imponga en las Españas el estatuto de Limpieza de Sangre, es decir, la demostración legal de que no se desciende de conversos judíos ni musulmanes como criterio ineludible para alcanzar cualquier cargo público…

Si no va a consentir Dios que se le quite a un judío lo que le sobra para dárselo a un cristiano que le falta, poco entiendo yo de teología...
José Luis Cuerda, guión de "La Marrana".


Los que marcharon, conservando así su religión, lo hicieron al precio de no poder sacar su oro ni otras ciertas riquezas del país, vendiéndolas apresuradamente y con pérdidas que les empobrecieron. Algunos de estos sephardim (sefardíes, pues así se llamaban a sí mismos los judíos de la Península) tomaron el camino de Francia, de Flandes o de la Berbería. Muchos más hallaron refugio entre los ashkenazim (asquenazíes, centroeuropeos) del Sacro Imperio o del reino de Polonia, y aún la mayoría llegó al Imperio Otomano, donde era bien asentada una gran población de mizrahim (orientales), siendo los desterrados bien recibidos. Lo cierto es que esta expulsión no es la única que sufren los judíos en esta época, pero sí la más numerosa e importante. En cualquier caso le siguieron expulsiones de la Provenza, de Brandenburgo, del antiguo reino de Nápoles (bajo control español) en 1540 y de Génova en 1550…

En las ciudades europeas habitadas por judíos, estos se ven obligados a vivir en un barrio aparte y a llevar, cuando salgan de él, una señal en sus ropajes que señale su condición. Esas señales pueden ser tan sencillas como un círculo amarillo cosido sobre la ropa, o una boina roja. En cuanto a los barrios o juderías suelen hallarse en una zona vieja, de calles estrechas y serpenteantes, que van siéndolo aún más cuando los hebreos tratan de construir alguna casa o edificio sin exceder los límites de su zona. Suelen estar amurallados, para separar en lo posible las actividades que allí tengan lugar de las de los cristianos, y para poder cerrarlo de noche o en caso de que en algún arrebato de violencia las gentes intenten asaltarlo, para poner fin a la vida de sus habitantes… Las guardias locales tienen, por supuesto, órdenes de proteger esta muralla tanto como la exterior de la ciudad.
Es destacable la judería de Worms, ciudad llamada por los hebreos Vermaysa, en la que hay un verdadero centro de enseñanza y tradición judaicas y donde puede encontrarse al Reichsrabbiner (rabino supremo del Sacro Imperio). También son notables la de Espira (donde la guardia de los muros del barrio es reclutada y mantenida entre sus propios habitantes), la Judengasse de Frankurt (seguramente la mayor del Sacro Imperio), el relativamente próspero y bien organizado Judenstadt de Praga, el Joods Antwerpen de Amberes, el Mont-Juif de Marsella, el Pletzl de París y el Monte Capitolino de Roma. En Venecia el número de judíos (asquenazíes emigrados e italkim, oriundos de las Italias) es tal que las autoridades se han decidido, en 1516, a reunirles a todos en el ghèto, mientras en la isla de Rodas se ha establecido un creciente barrio sefardí. Una excepción a todo esto es la ciudad de Cracovia, donde hay tal cantidad de judíos que no viven en una judería como tal, excediendo los límites del Kazimierz, donde se concentra la mayoría de sus viviendas.

Las costumbres hebreas más notorias (y que son más vigiladas en los conversos) son la circuncisión de los hijos, el descanso el sábado en vez del domingo, y la prohibición común a los musulmanes de comer carne de cerdo. Al contrario que los cristianos, los varones judíos no se descubren al entrar en su sinagoga o templo, sino que mantienen sus gorros o sombreros, y se sientan aparte de las mujeres. Sus rituales, dirigidos por un rabino, experto en la tradición mosaica y líder espiritual de su gente, se realizan celosamente ocultos de la vista de los gentiles, utilizando parafernalia como candelabros, velas y aguamaniles, además de grandes pergaminos con los textos sagrados y un ruidoso cuerno de carnero, siendo en general incomprensibles para el profano.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Una broma entre gentileshombres.

Es asimismo buena manera de hacer burlas, en la cual también se pueden fundar gracias, cuando mostráis creer que uno quiere hacer una cosa, y en la verdad no quiere hacella, como estando yo una tarde, después de cenar, en la puente de Lyon, y andando allí burlando con Cesare Beccadello, comenzamos a trabarnos de los brazos como si quisiésemos luchar. Esto hacíamos porque nos parecía que en la puente no había nadie, y estando así acudieron dos franceses, los cuales, viéndonos tan revueltos, preguntaron qué era, y paráronse por ponernos en paz, pensando que reñíamos.


Yo entonces prestamente dixe: Ayudadme, señores, que este cuitado de hombre a ciertos tiempos de luna enloquece, y veis aquí agora como le ha tomado esta locura de quererse echar de la puente abaxo. Aquellos dos entonces arremetieron, y juntamente conmigo tomaron a Cesare, y teníanle muy asido, y él siempre volviéndose a mí, decíame que yo era loco y forcejeaba por descabullirse, los otros entonces teníanle más recio, de manera que comenzó a cargar mucha gente, y cuanto más el buen Cesare andaba dando de las manos y de los pies, porque ya estaba enojado, tanto más era la gente que acudía, y viendo todos la fuerza grande que él ponía por soltarse, tenían por determinado que todo aquello hacía por echarse al río, y por eso trababan más reciamente dél. Llegó la cosa a tanto, que al cabo muchos se juntaron para tomalle, y así cargando todos dél, le llevaron en peso al mesón, todo desbaratado y sin bonete, y amarillo de cólera y de vergüenza, que, en fin, no le aprovechó cosa que dixese, porque de una parte los franceses no le entendían, y de la otra yo también, ayudando a llevarle al mesón, andaba siempre doliéndome de su desdicha que así hubiese enloquecido.

Baldassare Castiglione, "El Cortesano", 1528.

martes, 4 de septiembre de 2012

Útiles para la práctica cirujana.

Que mejor para complementar estas entradas anteriores que mostrar algunas imágenes, seguramente muy aclaratorias, sobre el instrumental utilizado por los cirujanos en el mundo de Feldkirch...

Grabado que muestra una mesa de operaciones idealmente equipada.

Hierros para realizar cauterizaciones poniendo su extremo al rojo vivo, según grabado de Johannes Wechtlin aparecido en el "Feldbuch der Wunderartzney" del cirujano Hans von Gersdorff, 1517.

Hierro para cauterizar.

Pinzas especiales para la extracción de flechas, 1540.

Punzón especial para la extracción de balas.

Sierra para amputación, anticuada, del siglo XIII.

Sierra para amputación fabricada en el Sacro Imperio, 1540.

Cuchillo, también para amputación.

Tenazas para extracción dental.

Escalpelos.

Conjunto de lancetas para sangría, de distintos tamaños y formas.

Ventosas de vidrio, para calentar y aplicar sobre la piel,
aliviando congestiones humorales o ayudando a la sangría
si se ponen sobre una zona punzada con la lanceta.

Aparato para trepanación propuesto por Hans von Gersdorff
en su libro antes mencionado.

Tijeras.