lunes, 25 de enero de 2010

Un vuelo sobre el Renacimiento.

Voy a extenderme algo acerca de la época escogida para ambientar las futuras partidas de FUDGE Feldkirch, los años comprendidos entre 1490 y 1550. Es decir: El Renacimiento.

Tenemos generalmente una visión del Renacimiento como una era de creación de belleza y de búsqueda del conocimiento, una época que mejoró la vida de las personas y que llevó al hombre occidental a grandes descubrimientos fuera de la vieja Europa, un momento histórico de enriquecimiento, absolutamente opuesto a la gris (O más bien, para muchos, marrón) Edad Media que quedaba por fín a la espalda de la Humanidad.

Por qué seguimos teniendo una visión tan sesgada y maniquea de todo esto, sólo Dios lo sabe.

Una era tumultuosa.
El Renacimiento es una época de ambición, de guerra y de inquietud espiritual y religiosa. Y a fín de cuentas sólo contando con estos factores y con que los viejos conceptos comienzan a hacer aguas, podría la Iglesia escindirse en tres o cuatro pedazos, podrían aparecer al mismo tiempo miles de ideas que ponían en duda lo divino y lo humano (Ideas, generalmente, incompatibles totalmente entre sí) y podrían unificarse mediante la guerra y la conquista los pequeños dominios nobiliares en grandes estados. Estados estos que rápidamente dispondrán los medios legales para aplacar las mismas ideas que a veces sirven de sustento a sus gobernantes, y que proseguirán su lucha unos contra otros, esta vez con mayores medios, en un intento delirante de conquistar el mundo entero.



Bajo la bandera de la ambición.
El afán de poder lleva a la creación de ejércitos permanentes, pertrechados de armas como nunca se habían visto hasta ahora. La codicia lleva a los plebeyos a unirse a ellos y a convertirse en conquistadores, igual que mueve a los aristócratas a convertirse en excéntricos cortesanos y a los comerciantes a erigirse en magnates cargados de joyas que aspiran a dominar el mundo sin mediación de la clase de los caballeros, o accediendo ellos mismos a ésta. Todos los adinerados buscan convertirse en benefactores de un arte que representa a dioses y emperadores de antaño, en cuyo brillo quieren verse reflejados, presentándose como poseedores de la llave que trae la belleza al mundo. Trabajos de gigante, debidos a la nueva ingeniería (Construida sobre mejoras de la medieval tanto como sobre el estudio de aquella de la antigüedad), son alimentados con grandes gastos para que produzcan prodigios de esplendor eclesiástico o principesco, o monstruos bélicos de inigualable capacidad destructora.



En busca del orden secreto de las cosas.
Las ideas más innovadoras se consideran a sí mismas las más elevadas. Quien, rechazando la escolástica, intenta como los griegos clásicos experimentar la naturaleza en sí misma con el fín de conocerla, considera para escándalo de la sociedad que ese pensamiento herético es en realidad más luminoso que el de la propia Iglesia. Al abrir un cadáver para contemplar la disposición de sus órganos, al remover los pútridos productos de los más bajos estados de la Naturaleza, o al correr el riesgo de inhalar los tóxicos vapores de la retorta alquímica, el sabio defiende estar realizando una actividad valiosa, accediendo a una iluminación comparable a la de la fe... O aún mayor. Así, no es raro que, con sus enseñanzas, algunos sabios contradigan a las de la Verdad Revelada. Otros, directamente, escoran a peligrosas ideas de ateísmo y materialismo, que intentan ocultar, pero que llegan a considerar el centro de sus conocimientos... Muchos, en un esfuerzo de mantener su espiritualidad o de dedicar sus desvelos a algo correcto, no dudan en tantear los secretos del cosmos con una mano mientras se agarran a los sólidos cimientos de la fe con la otra, a modo de ancla.

En cualquier caso, lo que se busca entre los secretos de la Creación es su oculto orden y armonía, pues no otra cosa debe haber tras los mecanismos brillantes que la armonía sagrada trazada por el Creador. Tanto le convence de esto al hombre de ciencia sus propias esperanzas como la seguridad en la verdad de los armónicos principios establecidos por los clásicos. Pese a contar con estas expectativas, muchos quedan sorprendidos al abismarse en nuevas y abstractas bellezas, nunca vistas ni intuidas.



El castigo divino.
Como no es difícil de observar, es una época de culto a lo material, lo cual incluye tanto el oro y la seda como el arte y la belleza, y desde luego para el cristianismo el Mundo, la Carne y, de rondón, el Diablo, con lo que la contrapartida de la novedad, el reaccionarismo, campa igualmente por sus respetos. Y no se trata de voces (Como algunos, acaso queriendo defenderse, claman) que exigen un regreso a la Edad Media: Antes al contrario, se trata de legisladores que llegan a extremos a los que nunca hubieran llegado sus abuelos, de religiosos que inventan pecados nuevos, o de crímenes que antes merecían cierto castigo y hoy merecen la pena de muerte.

Y mientras se extiende la represión, le responde la herejía y, peor aún, las ciencias ocultas y la brujería. Los eclesiásticos denuncian que los hombres de ciencia, bajo sus especulaciones, intenten manipular las leyes de la naturaleza con intención de transformar para su propio beneficio una obra que es de Dios, y peor aún, que el fracaso en sus expectativas o lo alocado de sus propósitos les lleve al trato con el maligno o al intento de comunicación con los espíritus de los muertos o con los del infierno. Entre el pueblo llano crece la superstición y el error, y con ellos las almas se vuelven hacia la oscuridad y la fe hacia cultos inexplicables, hacia horrores diabólicos que prometen el control sobre la vida de los demás y sobre la propia mediante maldiciones, sanaciones misteriosas y favores de los poderes infernales.



La lucha por el poder.
Pero como telón de fondo a todo esto, el mundo no ha cambiado de la noche a la mañana. La condición de siervos de gran parte de la población sigue siendo una realidad, pese al retroceso de aquel sistema, y en algunos lugares en los que ya no existía la servidumbre ha vuelto a aparecer. Los príncipes terrenales, incluso los más refinados cortesanos, siguen siendo también una élite caballeresca que rige su mundo por las leyes del honor, de la lanza y de la espada, y aunque lentamente cambian su actitud, se mueven hacia una que les desembarace de impedimentos para llegar a convertirse en los monarcas del mundo entero que aspiran a ser.

Las decisiones que afectan al gobierno de todo el mundo continúan en manos de unos pocos, y el descontento unido al desasosegante ambiente desembocan ahora en las mayores revueltas campesinas nunca vistas, a veces apoyadas por soldados profesionales y por bajos nobles y eclesiásticos, que dividen a reinos enteros durante años y mantienen abiertos nuevos e impredecibles frentes de guerra. Gran parte de estas luchas tienen como trasfondo las nuevas escisiones del cristianismo, pues cada iglesia defiende ante los humildes que la razón está de parte de aquellos que luchen por ellos y sólo por ellos, y prometen parabienes en el otro mundo a los poderosos que les protejan. Otros plebeyos se rebelan en secreto, ya especulando con usar el poder terrenal de su riqueza si la tienen para presionar o apoyar a las fuerzas superiores a ellos según sus intereses, ya cayendo en la brujería y la idolatría si no poseen otros medios y con ello pueden subvertir el orden y acrecentar su poder personal, al precio de su alma inmortal.

El Papa y el Emperador pueden no ser ya el centro del Universo, y ahora ya no se presentan ante los ojos del mundo como unos pilares del orden divino, pero siguen siendo los príncipes más poderosos que cabe imaginarse. Ahora que la armonía se ha roto entre ellos, su competición por el predominio continúa, pero convirtiéndose en guerra abierta y en violenta intriga diplomática. Los grandes señores pronto se unirán a esta lucha e intentarán ensombrecer a estas potencias, ya conspirando para mermarlas o ya aliándose con ellas.



¿Por qué esta época?
Es curioso lo relativamente poco explotada que ha sido esta época desde el punto de vista de los juegos de Rol, y, de hecho, desde cualquier manifestación de la cultura popular.

Esta falta de exploración ya supone un acicate para recorrerla de algún modo, como quien busca en un terreno poco hollado. En cuanto al roleo, es posible que el mantenimiento en lo social de tantas estructuras medievales sirva para inspirar historias como esas otras, tantas y tantas, que suceden en trasfondos de esa época o de "fantasía medieval", y al mismo tiempo hay suficientes nuevos campos abiertos en el momento histórico (Exploraciones y conquistas, búsqueda mágica y científica, brujería y su persecución, luchas religiosas, etc...) para aportar nuevas perspectivas o, simplemente, temas de partidas.

También, una época tan secretista y plagada de peligros puede suponer un escenario ideal para partidas de misterio y "low fantasy", o, mejor dicho, historia mítica, al estilo de aquella propuesta del juego medieval "Ars Magica", reinterpretada luego por otros. Propuestas estas en cuanto a los juegos de Rol, que en la fantasía literaria también han sido explotadas por sus propios caminos, como en la saga novelesca de las Guerras Husitas de Andrzej Sapkowski, de las cuales ha aparecido la primera parte en castellano. Estas novelas están ambientadas en un periodo algo anterior, y por tanto, "más medieval", pero el tono de historia mítica que hay en ellas es, de hecho, más cercano al que idealmente sería el de una partida de FUDGE Feldkirch.

Por lo demás, el gusto libresco y su búsqueda de pintoresquismo y, de alguna manera, de excentricidades tan común a esta persecución rolera de ambientes siempre diferentes y fantásticos, debería poder verse saciado en una época de tantos contrastes, variedades, y excesos en un sentido u otro.

Pero si todo esto es cierto o no, sólo puede saberse de una manera. Jugando, claro está...

2 Voces se alzan :

Anónimo dijo...

Tal vez por poco gusto o por cualquier otra razón no hayas mencionado un juego que esta ambientado literalmente en la época del renacimiento que es Mago La Cruzada, que aunque tenga el sistema narrativo poco atractivo para cierta gente, si esta bastante elaborado como para realizar partidas de ámbito fantástico,aventurero o realista, según para gustos.

Luis Miguez dijo...

Bueno, misterioso visitante anónimo, me consta, claro está, que algunos juegos sí han intentado explorar esta época... Pero tal como comentaba en la entrada, me parece un terreno muy poco explorado y por ello de interés.

La verdad es que no he mencionado específicamente esa versión de Mago, pero sinceramente desde el punto de vista de la ambientación "renacentista" me parece, por decirlo de manera suave, bastante deficiente... Efectivamente y como señalas, siento poco gusto por él. Por no dejar nada en el tintero, se podría mencionar también el suplemento "Rinascita" de Aquelarre, o el Maelstrom, clásico británico, si bien está circunscrito a un marco muy concreto y una época ligeramente posterior...