(…) El mariscal de Sajonia, al traspasar una aldea, acostóse en una cabaña infestada de aparecidos que ahogaban a los viajeros: Se citan de ello numerosos ejemplos. Mandó, pues, a su criado que velase una mitad de la noche, diciendo que le cedería su cama para dormir la otra mitad y velaría él a su vez. A las dos de la mañana, nada había aún aparecido cuando el criado, sintiéndose con los ojos pesados, fue a despertar a su dueño, que no respondió, y creyéndole aletargado por el sueño le sacudió, una y otra vez, inútilmente. Asustado, levanta la luz, toma las sábanas y ve al mariscal bañado en sangre. Una araña horrorosa le chupaba el pecho izquierdo. Cae el criado de rodillas, reza un padrenuestro y ve que la araña disminuye de tamaño progresivamente hasta quedar normal, aunque hinchada y furiosa. Corre entonces, toma unas tenazas para combatir con este enemigo de nueva clase, coge la araña y la arroja al fuego, produciéndose un humo pestilente y grandes y cavernosos gritos. Hasta después de un largo adormecimiento no pudo recobrar sus sentidos el mariscal, y desde entonces no se volvió a hablar de aparecidos en aquel lugar.
Joan Perucho, "Las Arañas".
¿Quién no ha soñado alguna vez con algo espantoso, y despertando luego, ha dado gracias al Cielo al comprobar que nada había sucedido realmente? ¿Sin embargo, habría algo más terrorífico que constatar que aquel espanto vivido en sueños no es sino realidad?
Nadie sabe de donde vienen los sueños, y aunque se entiende por lo general que sólo forman parte de la fantasía del durmiente, muchos aceptan que pueden ser influidos por fuerzas externas, pues en las mismas Escrituras vemos como el Señor envía mensajes a sus elegidos a través de ellos. En cualquier caso, está muy extendida la opinión de que los peores y más atroces de los sueños sólo pueden ser causados por influencias diabólicas. Los alemanes llaman Alptraum a esas pesadillas, lo que quiere decir "sueño de elfo" por entender que los causan esas criaturas, y los italianos se refieren a ellas directamente como incubi, el nombre de unos diablos que, según la demonología, no es raro que intenten acceder al trato carnal con los seres humanos, en concreto mientras estos duermen. La propia palabra "pesadilla" se refiere al peso muerto que siente encima quien la padece durante el sueño.
Sea cual sea la naturaleza exacta de los seres que causan las pesadillas, a los que aluden con el nombre genérico de ephialtes algunos demonólogos, se dice que moran en refugios malsanos, de aires cargados de miasmas, como en el corazón de un bosque, un sótano abandonado o un pantano, en los que quedarse dormido puede resultar fatal. Las habladurías populares, no obstante, indican esos lugares como malditos, con lo que pocos son los que cometen la imprudencia de pernoctar en ellos. Sin embargo, se sabe que los ephialtes también abandonan algunas noches sus infernales madrigueras y parten en pos de víctimas humanas. Forma parte de la leyenda alemana que los elfos viajen en un caballo diabólico llamado Nachtmahr, nombre que recibe también el corcel del Caballero Voland, pero seguramente se trate de un añadido fabuloso. Por lo general, se les achacan desapariciones de caballos, que aparecen a la mañana siguiente reventados, muertos por el agotamiento. Se puede oír en las poblaciones cercanas a los caminos por donde pasan el trotar del caballo y los espantosos, inhumanos alaridos del diablo de forma vagamente humana que lo monta, aferrándose a sus crines y enredándose entre ellas. En el antiguo reino de Aragón se llama cerdet o follet a la criatura que protagoniza estas cabalgatas nocturnas, y sotré en tierra de Francia.

Sea cual sea la naturaleza exacta de los seres que causan las pesadillas, a los que aluden con el nombre genérico de ephialtes algunos demonólogos, se dice que moran en refugios malsanos, de aires cargados de miasmas, como en el corazón de un bosque, un sótano abandonado o un pantano, en los que quedarse dormido puede resultar fatal. Las habladurías populares, no obstante, indican esos lugares como malditos, con lo que pocos son los que cometen la imprudencia de pernoctar en ellos. Sin embargo, se sabe que los ephialtes también abandonan algunas noches sus infernales madrigueras y parten en pos de víctimas humanas. Forma parte de la leyenda alemana que los elfos viajen en un caballo diabólico llamado Nachtmahr, nombre que recibe también el corcel del Caballero Voland, pero seguramente se trate de un añadido fabuloso. Por lo general, se les achacan desapariciones de caballos, que aparecen a la mañana siguiente reventados, muertos por el agotamiento. Se puede oír en las poblaciones cercanas a los caminos por donde pasan el trotar del caballo y los espantosos, inhumanos alaridos del diablo de forma vagamente humana que lo monta, aferrándose a sus crines y enredándose entre ellas. En el antiguo reino de Aragón se llama cerdet o follet a la criatura que protagoniza estas cabalgatas nocturnas, y sotré en tierra de Francia.
No dejéis que la pesadilla, rondando
Cerca de mi lecho, el sosiego del sueño destruya.
Matthew Gregory Lewis, "El Monje".

Por supuesto, es imposible que caigan estos ataques diabólicos sobre alguien que esté durmiendo en un lugar sagrado, o sobre quien obren las oportunas protecciones místicas.
(Ilustran esta entrada "Spirit of the Night" del artista Cliff Nielsen y un fragmento de la versión de 1791 de "La Pesadilla" de Johann Heinrich Füssli.)