martes, 26 de octubre de 2010

La historia de los Hashashins.

A continuación un pequeño relato proveniente de "La Casa Dorada de Samarkanda" de Hugo Pratt, cómic al que ya me he referido en la entrada anterior. Es una narración de la leyenda medieval de la Secta de los Hashashins o Asesinos, bastante diferente del relato habitual de fanatismo religioso, más mundana y sin embargo más evocadora de lugares y tiempos raros, desconcertantes.

Más al Sur en las montañas, hace mucho tiempo, vivía un pueblo de sarracenos: Los hashashins en su idioma, "señores de la montaña" en el de los latinos. Ese pueblo vivía sin ley: Se alimentaban de carne de cerdo, en contra del Corán, y los hombres usaban a todas sus mujeres sin distinción, madres y hermanas incluidas...

En esas montañas estaban a salvo de sus enemigos, atrincherados en sus castillos fortificados. Su líder inspiraba un enorme temor entre los príncipes sarracenos, tanto cercanos como lejanos, y a los señores cristianos de las fronteras. Todo, porque los mataba de un modo muy particular...

Ese líder, de nombre Aloadín, había hecho cerrar entre dos montañas un valle llamado Alamuth, y lo transformó en un jardín maravilloso de espléndidos palacios, con fuentes de vino, leche y miel. Allí, mujeres hermosas tocaban música, bailaban y cultivaban todas las artes del amor...

En esa especie de paraíso, sólo podían entrar los que él quería convertir en "hashashins". Buscaba en sus territorios jóvenes de doce a veinte años a los que les gustasen las armas y los llevaba hasta el jardín. Después de hacerlos beber y fumar ciertas hierbas, los dejaba con las mujeres más bellas que aplacaban todos sus deseos, de manera que jamás se hubieran marchado de allí por voluntad propia.

Pero el viejo Aloadín hacía que volvieran a beber y a fumar, y los llevaba fuera del valle. Cuando despertaban, estaban dispuestos a todo con tal de volver a su sueño. Así que entraban en esa secta de criminales llamados "asesinos", fumadores de hachís.

Cuando el viejo quería que matasen a un príncipe cualquiera, le decía a uno de los jóvenes: "Ve y mata a ese hombre. Cuando regreses podrás volver a nuestro paraíso". Y por ese paraíso arrostraban todos los preligros. Infundía tal pavor en sus enemigos, que preferían pagarle un tributo al "Viejo". Y así vivía rico y tranquilo.

(...) Llegaron testimonios sobre la presencia de la secta de los Asesinos en 1170, de un tal Gerardus, "vice dominus" de Estrasburgo, enviado de Barbarroja, en 1273 de Arnaldo de Lubecque, de Marco Polo, el veneciano, veinte años después de que los mongoles destruyeran "Aluh Mut", el Nido del Águila, y los Asesinos se dispersaran por las montañas del Azerbayán, persa y ruso. Así terminó esa especie de Mano Negra Persa...
¿Porqué incluir aquí este relato, si sus acontecimientos están fechados entre el siglo XII y el XIV? Primero, por la propia admiración por la leyenda que está detrás de FUDGE Feldkirch me lo pide. Y segundo, y más importante, por algo que sucede en "La Casa Dorada de Samarkanda" cuando se termina de narrar esta historia, y que espero no suponga un spoiler para vosotros: La Secta de los Asesinos desapareció en la Edad Media, pero algunos tratan de resucitarla mucho tiempo después, llamándose a sí mismos por ese nombre y aspirando a recuperar sus viejos dominios.

¿Y si no fuera la primera vez que eso sucede, a lo largo de la Historia? ¿Y si después de 1500, en el Levante, comenzaran a producirse asesinatos y muertes como aquellas que ordenaba el Viejo de la Montaña, y un grupo misterioso reclamara un rescate por cesar en su campaña? ¿Hasta donde estará dispuesto a llegar tal grupo? ¿Tendrá que ver esta nueva Secta con aquella también temible de la Luna Negra? ¿O serán dos grupos distintos, incluso enemistados? ¿Dónde se encuentra su nueva guarida? Ideas todas estas que podrían utilizarse en una partida puramente de Capa y Espada, de gran aventura.