El Caballero Voland.
¿Le gusta el vino? ¿Blanco o tinto? ¿De qué país lo prefiere a esta hora del día?
Mijail Bulgákov, "El Maestro y Margarita".
¿Quién o qué es el Caballero Voland? Podría ser una personalidad compartida por varios hombres distintos, pues a veces se ha visto en público a alguien que se hacía llamar así, vestido siempre de cierto modo particular y con parecida y misteriosa actitud, pero las descripciones dadas por los testigos nunca parecen describir exactamente a la misma persona. En el mejor de los casos estaríamos ante un hereje y un agitador, y seguramente brujo y hechicero. Sin embargo, cualquiera que conozca la existencia del Caballero Voland no estaría, probablemente, de acuerdo con estas explicaciones. Se dice que es un príncipe del Infierno, si no el Diablo en persona, hecho carne o al menos imagen humana, para caminar entre los mortales. Su nombre aparece, como Voland o como Woland o Faland, en distintas leyendas de diverso significado, y aquel que escuche sus palabras y las obedezca está condenado irremisiblemente al Infierno. Mefistófeles, "el que no ama la luz", podría ser otro de sus nombres.
El Caballero Voland, en cualquier caso, siempre será visto como un varón de tez clara y aspecto distinguido. Es difícil saber de qué país parece provenir, pues aunque podría ser alemán y su dominio de ese idioma así lo indica, su acento es tan correcto que resulta indescifrable. Por otro lado, algunos afirman que, cuando viaja con algún criado o sirviente, lo cual no es raro, estos se refieren a él con el tratamiento francés messire, habitual entre sacerdotes y abogados. Según algunos que dicen haberle escuchado en persona, en ocasiones se ha presentado a sí mismo como profesor.
Uno de sus ojos es brillante, oscuro y de mirada penetrante, el otro en cambio permanece raramente negro, muerto y sin brillo. Dicen que a veces le preceden o le siguen un par de cuervos, una lechuza, o un gran gato negro. Sus ropajes son negros y grises, de hermosa confección y caras telas. A veces porta valiosas joyas que es capaz de regalar con prodigalidad, siempre esperando algún favor a cambio. Estas joyas, de oro y ocasionalmente adornadas con piedras preciosas, suelen representar algún animal lujoso como un perro de compañía o un gato (Símbolo del placer y de la infidelidad) y se dice que llevan la desgracia a sus portadores, hasta el punto de que estos desaparecen al cabo de poco de aceptarlas. En vez de joyas, también puede ofrecer los medios para satisfacer las intenciones de su interlocutor, siempre que estas sean pecaminosas. En cuanto a los favores que espera a cambio de ellas, nadie parece conocerlos, pero todos dan por sentado que llevan directamente a la condenación del alma. Se le acusa también de haber presidido aquelarres y sabbaths brujescos.
Algunos, duchos en temas diabólicos, señalan que un diablo de nombre Woland fue adorado en los territorios que hoy conforman el Sacro Imperio y más allá, antes del advenimiento del cristianismo. Otros, acaso supersticiosos más que razonables, defienden que Voland es el nombre de un diablo pálido como la Muerte y revestido de una armadura negra, de aspecto terrible, que monta un espantoso caballo negro capaz de volar, llamado Nachtmahr, y a cuyos lomos acude para llevarse las almas de los pecadores moribundos. Puede que este terrorífico caballero sea también el líder de la Caza Salvaje, un grupo de cazadores fantasmales a caballo que según las leyendas recorre los aires algunas noches, siempre sobre lugares solitarios o deshabitados.
La imagen de arriba es un fragmento perteneciente a una ilustración mía.
El Caballero Voland, en cualquier caso, siempre será visto como un varón de tez clara y aspecto distinguido. Es difícil saber de qué país parece provenir, pues aunque podría ser alemán y su dominio de ese idioma así lo indica, su acento es tan correcto que resulta indescifrable. Por otro lado, algunos afirman que, cuando viaja con algún criado o sirviente, lo cual no es raro, estos se refieren a él con el tratamiento francés messire, habitual entre sacerdotes y abogados. Según algunos que dicen haberle escuchado en persona, en ocasiones se ha presentado a sí mismo como profesor.
Uno de sus ojos es brillante, oscuro y de mirada penetrante, el otro en cambio permanece raramente negro, muerto y sin brillo. Dicen que a veces le preceden o le siguen un par de cuervos, una lechuza, o un gran gato negro. Sus ropajes son negros y grises, de hermosa confección y caras telas. A veces porta valiosas joyas que es capaz de regalar con prodigalidad, siempre esperando algún favor a cambio. Estas joyas, de oro y ocasionalmente adornadas con piedras preciosas, suelen representar algún animal lujoso como un perro de compañía o un gato (Símbolo del placer y de la infidelidad) y se dice que llevan la desgracia a sus portadores, hasta el punto de que estos desaparecen al cabo de poco de aceptarlas. En vez de joyas, también puede ofrecer los medios para satisfacer las intenciones de su interlocutor, siempre que estas sean pecaminosas. En cuanto a los favores que espera a cambio de ellas, nadie parece conocerlos, pero todos dan por sentado que llevan directamente a la condenación del alma. Se le acusa también de haber presidido aquelarres y sabbaths brujescos.
Algunos, duchos en temas diabólicos, señalan que un diablo de nombre Woland fue adorado en los territorios que hoy conforman el Sacro Imperio y más allá, antes del advenimiento del cristianismo. Otros, acaso supersticiosos más que razonables, defienden que Voland es el nombre de un diablo pálido como la Muerte y revestido de una armadura negra, de aspecto terrible, que monta un espantoso caballo negro capaz de volar, llamado Nachtmahr, y a cuyos lomos acude para llevarse las almas de los pecadores moribundos. Puede que este terrorífico caballero sea también el líder de la Caza Salvaje, un grupo de cazadores fantasmales a caballo que según las leyendas recorre los aires algunas noches, siempre sobre lugares solitarios o deshabitados.
La imagen de arriba es un fragmento perteneciente a una ilustración mía.
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