La Mujer Enmascarada.
Pero, fracasar en este caso no significa solamente la vida o la muerte. Es que nos volveríamos como él, que en adelante seríamos seres nefandos de la noche, como él... Seres sin corazón ni conciencia, que se dedican a la rapiña de los cuerpos y almas de quienes más aman. Para nosotros, las puertas del cielo permanecerán cerradas para siempre, porque... ¿Quién podrá abrírnoslas? Continuaremos existiendo, despreciados por todos, como una mancha ante el resplandor de Dios, como una flecha en el costado de quien murió por nosotros.
Bram Stoker, "Drácula".
La Mujer Enmascarada supone un verdadero misterio. Personas principales atestiguan su existencia, y ha sido, se dice, vista en público varias veces. La descripción siempre es la misma si pasamos por alto que, desafortunadamente, su rostro nunca ha sido visto por entero. Pero el origen de sus apariciones se desconoce, y está documentado a lo largo de varios siglos. Como sucede con el Caballero Voland, la Mujer Enmascarada podría ser una personalidad bajo la que se han escudado diferentes personas en diferentes momentos, y disfrazaría a un grupo de herejes y brujas de luciferino poder e influencia. Y como también sucede con Voland, quien conoce las leyendas que se refieren a ella o quien dice haber presenciado sus actos no duda en afirmar que no es un ser humano en absoluto, sino un diablo escapado del Infierno que recorre la tierra intentando garantizarse la condenación de la raza humana. Teólogos y demonólogos discuten si puede haber un espíritu infernal femenino, y algunos tienen pocas dudas al respecto: La Mujer Enmascarada podría ser desde un súcubo, hasta una ilusión de femineidad originada en el Averno, o incluso algo mucho peor.
Sus apariciones suelen tener lugar de un modo similar: Se encuentra viajando o al menos sólo está de paso, y se desplaza en un imponente carruaje negro tirado por cuatro caballos. Su apariencia es la de una dama de noble cuna, de piel pálida, alta pero no delgada y hermosa pero no joven. Podría ser una aristócrata española o italiana, aunque no tiene acento de aquellos países. Su vestimenta no sólo es lujosa sino que pese a sus oscuros colores parecen indicar que se dirige a alguna fiesta o recepción. Las máscaras que lleva pueden ser festivas, misteriosas o simples antifaces. Recorre, siempre de noche según dicen, los caminos desde Hungría y el Reino de Austria hasta Suiza y la Península de Italia.
La acompaña un grupo de dos o tres pajes y de al menos cuatro jinetes que le sirven de escolta. De estos jinetes, a primera vista, no puede saberse si son hidalgos o simples mercenarios. Uno de ellos tiene un inequívoco aspecto de caballero, pero los demás parecen ser meros matasietes. Ninguno de ellos, eso sí, es hermoso, pues se dice que sus pieles blancas son algo más que pálidas, presentando el desagradable aspecto de la carne muerta, lo que les hace parecer fantasmas o cadáveres reanimados de alguna manera. Los que conocen las leyendas de origen oriental sobre los upiri se hacen cruces con sólo oir mencionar a esta comitiva. Todos se dirigen a la Mujer Enmascarada con reverencias y muestras de gran respeto, y parece ser que la llaman "señora condesa", aunque el trato que recibe hace pensar que ostente en realidad un más alto título. No es raro, por lo demás, que personas desconocidas (O brujas y espíritus infernales, a decir de algunos) viajen con ella. Quienes han tenido la mala suerte de ver el interior del carruaje, aseguran que una vieja de aspecto grotesco y diabólico, de piel oscura y tocada con una especie de turbante, se encuentra allí sin salir nunca. No le dirige la palabra a nadie, pero las muecas de asco, burla y desprecio que dedica tanto a quien la mira como a la Mujer Enmascarada y el resto de sus acompañantes resultan desconcertantes.
Parece ser habitual que la Mujer Enmascarada aparezca en regiones en las que se estén cometiendo fechorías relacionadas con la nigromancia y la brujería, sin que se pueda señalar una relación directa, pero se afirma con vehemencia supersticiosa que trae la desgracia, la condenación o ambas a quien tenga tratos con ella.
La imagen de esta entrada lo es de una máscara de cuero realizada por el "mascherai" Javier Villena.
Sus apariciones suelen tener lugar de un modo similar: Se encuentra viajando o al menos sólo está de paso, y se desplaza en un imponente carruaje negro tirado por cuatro caballos. Su apariencia es la de una dama de noble cuna, de piel pálida, alta pero no delgada y hermosa pero no joven. Podría ser una aristócrata española o italiana, aunque no tiene acento de aquellos países. Su vestimenta no sólo es lujosa sino que pese a sus oscuros colores parecen indicar que se dirige a alguna fiesta o recepción. Las máscaras que lleva pueden ser festivas, misteriosas o simples antifaces. Recorre, siempre de noche según dicen, los caminos desde Hungría y el Reino de Austria hasta Suiza y la Península de Italia.
La acompaña un grupo de dos o tres pajes y de al menos cuatro jinetes que le sirven de escolta. De estos jinetes, a primera vista, no puede saberse si son hidalgos o simples mercenarios. Uno de ellos tiene un inequívoco aspecto de caballero, pero los demás parecen ser meros matasietes. Ninguno de ellos, eso sí, es hermoso, pues se dice que sus pieles blancas son algo más que pálidas, presentando el desagradable aspecto de la carne muerta, lo que les hace parecer fantasmas o cadáveres reanimados de alguna manera. Los que conocen las leyendas de origen oriental sobre los upiri se hacen cruces con sólo oir mencionar a esta comitiva. Todos se dirigen a la Mujer Enmascarada con reverencias y muestras de gran respeto, y parece ser que la llaman "señora condesa", aunque el trato que recibe hace pensar que ostente en realidad un más alto título. No es raro, por lo demás, que personas desconocidas (O brujas y espíritus infernales, a decir de algunos) viajen con ella. Quienes han tenido la mala suerte de ver el interior del carruaje, aseguran que una vieja de aspecto grotesco y diabólico, de piel oscura y tocada con una especie de turbante, se encuentra allí sin salir nunca. No le dirige la palabra a nadie, pero las muecas de asco, burla y desprecio que dedica tanto a quien la mira como a la Mujer Enmascarada y el resto de sus acompañantes resultan desconcertantes.
Parece ser habitual que la Mujer Enmascarada aparezca en regiones en las que se estén cometiendo fechorías relacionadas con la nigromancia y la brujería, sin que se pueda señalar una relación directa, pero se afirma con vehemencia supersticiosa que trae la desgracia, la condenación o ambas a quien tenga tratos con ella.
La imagen de esta entrada lo es de una máscara de cuero realizada por el "mascherai" Javier Villena.
1 Voces se alzan :
¿Italiana?¿Española?... Yo sé dónde aparecerá esta noche. Y te estará esperando a tí.
Ósculos malvados.
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