Buscando alguna ayuda de cara a la interpretación de amos y sirvientes (y de la interacción de unos con otros) en épocas de una sociedad de clases he encontrado la Web Life in Elizabethan England, "A Compendium of Common Knowledge 1558-1603", firmada por Maggie Secara, y subtitulada "lugares comunes isabelinos para escritores, actores y re-enactors". Efectivamente, solo falta "roleros", pero se puede entender la utilidad del recurso en cuestión. El único problema que tiene la información de esa Web es por un lado lo localista que resulta, y por otro que, como ya habréis notado, se escapa un tanto de la época que estoy usando como trasfondo de este Blog.
No obstante, bastante material puede ser utilizado, así que me he permitido traducir (libérrimamente) algunos fragmentos sobre el tema particular que me interesaba.
No obstante, bastante material puede ser utilizado, así que me he permitido traducir (libérrimamente) algunos fragmentos sobre el tema particular que me interesaba.
Terminología.
Los criados son, como término genérico, los hombres del servicio doméstico: Criados del establo, de cámara, etc... Las mujeres del mismo tipo son llamadas doncellas o sirvientas: De la cocina, de cámara, de la despensa, etc... La mayoría de los sirvientes en una casa son hombres, incluido el cocinero.
"Asistente personal" es un término descriptivo, pero no el nombre de un puesto de trabajo. En general, los sirvientes personales (de cualquier rango) se consideran aparte de los criados de la casa.
(...) Como verbo, se puede decir que sirves a, o atiendes a, (pero no "trabajas para") alguien.
Actitudes generales.
La reputación, o prestigio, tiene que ver con la dignidad o el honor de uno. La condesa Frances de Sussex dijo una vez (1588) "mi reputación es para mí más que mi vida".
Un sirviente y un amo se esfuerzan por darse prestigio el uno al otro. Como gentilmujer, es inapropiado para tu dignidad llevar la cesta de la compra. Como la doncella de esa dama, es inapropiado para tu dignidad dejar que la lleve.
Como gentilhombre, se ajusta a tu dignidad vestirte y vestir a tus sirvientes correctamente. Como sirviente, das a tu amo reputación con tu buena apariencia y comportamiento. Sir Thomas Smith dijo, "un caballero debe ir como un caballero". La gente no viste a sus sirvientes con harapos.
Los sirvientes no son demócratas. En general, aprueban el orden social, así como lo hacen sus amos. Y se intentan aprovechar de él.
Un sirviente de una buena casa espera (si es listo) prosperar en la vida, mejorar su fortuna, y conseguir un lugar mejor para sus hijos. Un mozo de cuadras puede aspirar a ser mayordomo o senescal en la misma casa o en otra mayor. El pinche puede tener esperanzas de de llegar a ser algún día jefe de cocinas.
Los sirvientes reciben dinero de cualquiera. Aceptarán una dádiva (propina) por cualquier servicio prestado ("Aquí tienes un maravedí para que bebas a mi salud"). O un "douceur" (regalito) por un favor pedido. Esperan que se les gratifique por entregar un regalo o un mensaje. Sus amos están al tanto de esto, y hacen lo propio con los sirvientes de otras personas.
Esto no se considera deshonesto a no ser que las lealtades se confundan o comprometan. Todo se compensa.
El buen sirviente, como el buen camarero, es atento. El mejor sirviente es incluso un poco telépata. Está ahí cuando lo necesitas pero nunca agobia. Encuentra una ocupación virtuosa cuando desapareces. Nunca se muestra lascivo ni vanidoso, sino que siempre mantiene un semblante respetable, para reputación de su amo. Es modesto pero nunca ansioso, humilde pero nunca abyecto, franco pero nunca insolente.
El buen amo es orgulloso pero nunca despótico. Es paciente, gobernando su casa con cuidado paternal. No retuerce tu sincero deseo de servir en un sincero deseo de atizarle. Te deja trabajar. Mantiene la posición superior que Dios le ha dado mediante un comportamiento honorable, no mediante discusiones.
Formas de dirigirse a quienes no son nobles.
(...) Para dirigirte a la multitud, di "buen pueblo" o "buenas gentes", pero no "señores". (...)
El estilo noble.
La primera prueba de rango y nobleza es la liberalidad. La gente quiere ser conocida por su hospitalidad. La idea es una casa importante, llena de sirvientes, una mesa espléndida donde todo el mundo es bienvenido.
Una mayor prueba de liberalidad, la "sopa boba" (las sobras de la comida), es dada por costumbre a los pobres a las puertas de la cocina (a propósito, eso cuenta como "buenas acciones").
Como un gran cumplido, se dijo del tercer earl (equivalente a conde) de Derby: "Su casa al completo siempre estaba atendida".
Esto tiene que ser atemperado por la necesidad de vivir dentro de los ingresos de uno y evitando presionar a los arrendatarios para conseguir las ganancias. ¡El earl y la condesa de Rutland se dejaron llevar tanto que tuvieron que administrarse con un presupuesto de 200 libras al año!
Cuando se habla de ingresos generalmente se habla de rentas, así que no se cuentan los beneficios de cargos, industrias, los propios cultivos del señor, sobornos o "regalitos" y la venta de cargos.
Muy pocos nobles tienen una noción exacta de sus ingresos completos, brutos o netos. Para eso precisamente es para lo que se tiene sirvientes.
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